Tomado de Jit.cu.
Cali.- DENTRO de poco más de 24 horas comenzarán acá las justas de los I Juegos Panamericanos Júnior. Dos días más tarde tendrá lugar la ceremonia inaugural en el Estadio Olímpico Pascual Guerrero. Esta urbe colombiana, ayer incendiada por protestas públicas y al filo de una guerra civil, vivirá días y noches de colores y júbilo.
Poco más de un día alcanzó a este reportero para apreciar algunas huellas de la barbarie, literalmente. Cristales rotos, paredes grafiteadas, pinturas sufridas, edificios públicos todavía enrejados, mensajes, muchos mensajes…
«Aquí nacimos, aquí morimos», «Es hora de cambiar», «Viviremos, aunque nos maten», «!Corruptos!»…
Andar a pie, por calles, bulevares y parques, permite leer lo sucedido aquí hace apenas semanas…
Los días de paro y barricadas dejaron desabastecimiento y convulsión. Fueron quemadas o vandalizadas decenas de estaciones de servicio, transporte y policía, además del deterioro de 180 semáforos. El dramatismo se cobró la vida de varias personas y enlutó a familias…
Todo comenzó aquí el primero de mayo, en la calle Quinta a la altura de la Loma de la Cruz. Antes había estallado Medellín. Miles de personas se congregaron para protestar pacíficamente contra la reforma tributaria nacional, reivindicar derechos laborales y mejores oportunidades de vida.
Sonaba una orquesta, Cuerda y Son, y la gente bailaba al ritmo de un conocido tema: Buenaventura y Caney. El ambiente era festivo… Cuentan que desde el aire las cámaras captaban un tumulto tal que era imposible ver el asfalto de las calles…