Camagüey, 3 jun.- Nunca creemos que el spot en televisión se nos hará realidad, o que aquello que le sucedió al vecino pueda pasarle también a nuestro niño de la casa. Nunca vemos tan de cerca el problema de la adicción a las drogas hasta que se nos avalancha, recordándonos que está ahí, que nunca se ha ido, que el mal anda en la calle y cualquiera puede caer…y que cuando eso sucede se necesita de una fuerza de voluntad mayor y de gran apoyo para superarlo.
Por estos días en que este tema se escucha en los medios de comunicación, en las charlas de las escuelas, en las esquinas, y que parece la misma cantaleta, hay un adolescente comprando “químico” al salir del Pre con el dinero que sus padres le dieron para la merienda. Hay otro que se la vende, hay algunos que saben y callan. Hay también muchachos muy jóvenes deshabituándose, intentando alejarse de su perdición.
Hasta el servicio de Salud Mental del hospital Pediátrico Eduardo Agramonte Piña, llegan algunas familias buscando ayuda, quizá solo el 10% de los que viven el problema, o menos. Lo cierto es que los que deciden rehabilitarse, ven la diferencia y expresan no querer volver al punto cero. El programa lo integran psicólogos, terapeutas ocupacionales, psicometristas, psicopedagogos, trabajadores sociales, y enfermeras. Todos con un rol fundamental para en un período de 28 días crearle las herramientas necesarias al paciente.
“Nosotros estamos abiertos a la recesión de cualquier caso que llegue en disposición de ayuda. Pero si no llegan a nosotros: los centros comunitarios de salud mental y los policlínicos, no podremos ayudar porque aunque vamos a las áreas, no podremos ir puerta por puerta llamando y buscando a las personas que consumen. Tiene que haber un comprometimiento del paciente con el abandono del consumo”, aclara la Dra. Marilenis Céspedes Casas, especialista de I Grado en Psiquiatría infantil.
En el centro se atienden a pacientes hasta los 18 años con once meses y 29 días, esa es la edad máxima pediátrica. Los especialistas insisten en que los que hasta allí llegan son tratados como pacientes. El ingreso no tienen ninguna implicación legal, los doctores harán lo que les corresponde y las entrevistas se hacen en busca de datos para ayudarlos, pero su labor no consiste en dar parte a las autoridades, eso ocurre solo cuando hay delitos de por medio (el consumo no está contemplado como delito).
La primera semana es la desintoxicación, se tratan los síntomas que pueden generar o desencadenar la abstinencia. “Muchas veces tenemos que tratarlo con psicofármacos y con medicina natural y tradicional, hacer los estudios pertinentes buscando cómo está su hemoquímica, su cerebro, y su estado físico. Y entonces, pasada esa semana, se inicia la estrategia de intervención, a través de actividades psicoterapéuticas relacionadas con la droga, desde qué es una droga, cuáles son las drogas más consumidas, los mecanismos de acción, las vías por las que se llega y las consecuencias fundamentales”. Explica la Dra. Céspedes.
“Está demostrado que salir de este problema es muy difícil, se necesita ayuda familiar y profesional. Según estudios entre el 75% al 80 % de los casos en el mundo tienen recaída. Entonces ahí está la importancia del grupo de ayuda. Para garantizar un seguimiento y tratar la recaída”. Añade el Dr. Rubén Demetrio Pérez Rodríguez, Esepcialista en II Grado en Psiquiatría infantil y jefe del servicio de Salud Mental del hospital.
Una vez rehabilitado, luego de la alta médica, el adolescente debe ocupar el tiempo libre. La Dra. Zulema Hidalgo Guzmán, psicopedagoga del Servicio de Salud Mental Infanto- Juvenil, explica que cuando el joven se reinserta a la sociedad y tiene demasiado tiempo de ocio puede recaer. Por eso recomiendan la vinculación al estudio, o a un centro laboral, pero que tenga una actividad que lo mantenga ocupado.
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