Camagüey, 9 jul.- Alejandro Álvarez López es reconocido por los familiares de sus pacientes como el doctor, una palabra que simboliza agradecimiento y amor. Sus colegas lo llaman profesor, un término que refleja respeto y estima. Ha dedicado 25 años a la salud infantil en el Hospital Pediátrico Provincial Eduardo Agramonte Piña de Camagüey.
Su mirada limpia y sensibilidad palpable desbordan su pequeña estatura, pero encajan perfectamente en su inmenso espíritu y corazón que diariamente brindan esperanza. Para él, “no hay lugar donde la bata no esté puesta y estés listo para aliviar un dolor en cada momento”.
La mayor recompensa para su labor es la rehabilitación de un niño, o verlos recuperarse poco a poco y acudir a su consulta para demostrar el esfuerzo y dedicación de un hombre que inspira confianza y seguridad.
“Observar a los infantes con enfermedades musculares que llegan con dificultades para caminar y verlos evolucionar favorablemente es lo mejor que me puede pasar, y no existen palabras para describir esa sensación”, afirma.
Desde estudiante, se vinculó al Hospital Pediátrico, donde comenzó realizando guardias voluntarias para aprender y ayudar. “Cada profesional debe tener la vergüenza y la dignidad suficientes para asegurar a nuestros pacientes que están a salvo en nuestras manos”, agregó.
Desde entonces, ha contribuido a la formación de especialistas en ortopedia, contando con el apoyo de directivos y colegas para atender a los enfermos en un centro comprometido con la salud.
“Afortunadamente, las complicaciones graves en ortopedia son poco frecuentes, y los casos complejos ocurren cada tres meses. Siempre nos esforzamos al máximo para que la recuperación no sea traumática”, explicó.
A través de sus manos, padres y familiares de pequeños con diagnósticos como parálisis cerebral o deformaciones articulares y de extremidades, ven la evolución de sus hijos, que aunque lenta, le permite a él y a su equipo ser mejores personas cada día, algo que afirma con orgullo.
El doctor Álvarez López aprovecha cada oportunidad para compartir anécdotas, como la reciente historia de una niña de ocho años con parálisis cerebral que, después de una operación, pudo caminar hasta su consulta.
Habla de los resultados de la artroscopia, una cirugía mínimamente invasiva realizada solo en edades pediátricas en La Habana y Camagüey. Pronto se publicará la evolución de una convaleciente de seis años que fue dada de alta al día siguiente de la operación, un caso poco común en la literatura médica.
“Una veintena de dolientes operados con esta técnica han respondido muy bien. Tenemos varios proyectos de investigación sobre artroscopia pediátrica, con técnicas propias que han dado excelentes resultados. Nos sentimos satisfechos de lograr cosas hermosas a pesar de las dificultades”, concluyó. (Radio Cadena Agramonte)
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